Por Verónica Martínez-Gallegos
Please click here to read in English
Estamos viviendo tiempos donde la ansiedad se hace presente en nuestra vida cotidiana de forma aguda. Y no hablo de la ansiedad como una enfermedad mental, sino como un afán por las preocupaciones de la vida cotidiana que nos roba la paz. Sobre todo, en estos tiempos de incertidumbre y escasez de alimento, seguridad y estabilidad económica. Entonces, ¿Cómo evitamos sentir ansiedad por un futuro incierto al recordar el cuidado y el amor de Dios?
La palabra “ansiedad” viene del verbo griego miremnao, que significa “estar dividido o distraído”. En latín, la misma palabra se traduce anxius y añade el matiz de “ahorcar o estrangular”. De allí deriva la palabra en castellano ansiedad. Entonces en tiempos difíciles, la ansiedad amenaza con estrangular nuestra vida, dejándonos asfixiados por el temor.
La ansiedad a la larga drena nuestros recursos y nos deja en banca rota emocional e inmovilidad espiritual. Por esta razón es preciso hacerle frente cuando se nos presenta en tiempos difíciles.
El mal de la ansiedad no es nada nuevo. La biblia habla mucho sobre este tema.
En la parábola del sembrador en Marcos 4, el maestro Jesús pintó en la mente de sus oyentes un cuadro de un agricultor sembrando en cuatro tipos de terreno. En ese cuadro él menciona en el verso 7 que parte de la semilla sembrada entre espinos fue ahogada y no dio fruto.
Más adelante Jesús da la interpretación de la parábola a sus discípulos al explicar que muy pronto el mensaje queda desplazado por las preocupaciones (ansiedad) de esta vida, el atractivo de la riquieza y el deseo por otras cosas, asi que no se produce ningun fruto. Marcos 4:18-19 (NTV).
Aquí la ansiedad brota como hierba mala y espinas, y crece alrededor de la Palabra de Dios, ahogando la vida y la paz que ésta pueda dar. En la lección de la semilla y el terreno, Jesús hace una conexión directa entre los efectos devastadores de la ansiedad y la estrangulación que nos asfixia.
En su libro titulado Cuando se atraviesa tiempos difíciles: ¡Si no es una cosa es otra!Charles R. Swindoll dice que “la ansiedad es dolorosa intranquilidad de la mente que se alimenta con miedos inminentes (amenazadores)”. En otras palabras, la ansiedad nace en nuestra mente y nos atemoriza por cosas que quizá nunca van a ocurrir.
Además, la ansiedad crea efectos malos tales como ataques de pánico y debilidad física y espiritual. Veamos algunos ejemplos, la ansiedad:
–nos hace dudar de Dios y de que Dios es bueno para suplir todo lo que nos falte.
–ahorca lo bueno de Dios en nuestra vida, nuestra fe.
–nos impide distinguir entre lo principal y lo secundario convirtiéndonos en personas que pierden el enfoque de lo importante. Al producir dudas y temores, la ansiedad hace que nos distraigamos con lo temporal y al mismo tiempo descuidemos lo eterno.
–nos hace pensar en cosas que quizá nunca pasarán. Se dice que más del 90% de las cosas por las cuales nos preocupamos nunca acontecerán.
–nos roba la alegría y hace que nos convertimos en personas negativas. Tristemente llevaremos nuestra ansiedad a otras personas.
Entonces, ¿hay algún antídoto para la ansiedad?
El Apóstol Pablo nos da palabras alentadoras:
Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo:¡Regocijaos! Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. Por nada estéis “afanosos”, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Filipenses 4:4-7 (RV 60)
Si actualmente estamos pasando tiempos de ansiedad, leamos Proverbios 12:25 (DHH):
La ansiedad en el corazón del hombre [mujer] lo deprime, más la buena palabra lo alegra.
¿Qué dice Jesús sobre la ansiedad? “NO te preocupes”. No vas a ganar nada con preocuparte.
En Mateo 6 nuestro Señor Jesús dio el remedio para la ansiedad. Tomando en cuenta las preocupaciones más comunes de las personas, él procedió a darnos una sabia ilustración para combatir este mal tan grande.
Por eso les digo que no se preocupen por la vida diaria, si tendrán suficiente alimento y bebida, o suficiente ropa para vestirse. ¿Acaso no es la vida más que la comida y el cuerpo más que la ropa? Miren los pájaros. No plantan ni cosechan ni guardan comida en graneros, porque el Padre celestial los alimenta. ¿Y no son ustedes para él mucho más valiosos que ellos? Mateo 6: 25 y 26 (NTV)
Así que no se preocupen por el mañana, porque el día de mañana traerá sus propias preocupaciones. Los problemas del día de hoy son suficientes por hoy. Mateo 6:34 (NTV)
Si nos enfocamos en el afán y las preocupaciones, nunca sabremos qué es lo que Dios realmente quiere hacer en nuestra vida.
La raíz de la ansiedad es el temor al futuro. Al saber Jesús que la preocupación o la ansiedad sería un dilema que enfrentaríamos el día de hoy, nos manda que no nos preocupemos y que no dejemos que la ansiedad se enraíce en nuestras emociones, en las altas expectativas que tenemos de la vida o de las personas o en asuntos del pasado. Jesús nos invita a ponerle un alto a la preocupación.
Si bien esta temporada del año nos puede traer mucho regocijo, también nos puede traer ansiedad y preocupación debido a las demandas tanto económicas como de tiempo y esfuerzo que enfrentamos. Si en algún momento en estos días la ansiedad o la preocupación nos quieren robar el gozo y la paz, aceptemos la invitación de Jesús a ponerle un alto a la preocupación y a confiar en la provisión de Dios y que Dios tiene cuidado de nosotras siempre.

La Reverenda Verónica Martínez-Gallegos, M.Div., BCC, es capellana y educadora certificada ACPE. Además, sirve también junto a su esposo, quien es miembro del equipo pastoral en la Primera Iglesia Bautista de Duncanville, Texas. Verónica es graduada del CLLI y sirve en el Instituto como presidenta del consejo directivo y miembro de la facultad.
Por Patty Villarreal
Please click here to read in English
“…Cada una de ellas será una señal. Y el día de mañana, cuando los hijos les pregunten a sus padres qué significan estas piedras, 7 ellos les responderán: ‘Cuando el pueblo cruzó el Jordán, las aguas del río se partieron en dos delante del arca del pacto del Señor. Así que estas piedras son para que los hijos de Israel recuerden siempre lo que aquí pasó …’”
Josué 4:6-7 (RVC)
Cuando lean este blog, estaremos a pocos días de la celebración del 20º aniversario del CLLI, que se celebrará el 25 de octubre en San Antonio, Texas, ciudad natal del Instituto Cristiano para Líderes Latinas (CLLI). ¡Veinte años! Lo que no sabían dos líderes latinas que se conocieron en 2004 es que Dios las usaría para plantar las semillas del comienzo de un movimiento internacional para capacitar a mujeres líderes cristianas desde una perspectiva latina.
Brevemente, para quienes no conocen la historia de los inicios del CLLI, la Dra. Nora O. Lozano y yo nos conocimos en la Universidad Bautista de las Américas (BUA). Después de completar mis estudios superiores, obtener mi licencia como trabajadora social (LMSW) y trabajar en otros campos de trabajo social, regresé a trabajar para Buckner Children and Family Services. Uno de mis roles en Buckner fue servir como maestra de trabajo social en la universidad. Sin experiencia docente en la educación superior, Nora fue designada como mi mentora en su vocación como profesora universitaria. Pronto se dio una amistad.
Normalmente, trabajadoras sociales y teólogas sistemáticas no conviven entre sí. Dios tenía otros planes. Encontramos puntos en común como hermanas en Cristo y como líderes latinas. Como líderes en nuestros respectivos campos, nos pedían formar parte de comités, grupos de trabajo y reuniones estatales, nacionales e internacionales. Al reflexionar sobre estas invitaciones y rechazar algunas de ellas, nos dimos cuenta de que había una enorme necesidad de llenar los vacíos en estas áreas de liderazgo. Se necesitaba que latinas estuvieran presentes en discusiones importantes y donde se tomaban decisiones que afectan a las iglesias y comunidades.
A través de mucha oración, discusiones entre nosotras y consultas con otras líderes latinas en nuestros círculos, se plantaron las semillas del instituto. El Dr. Albert Reyes, entonces presidente de BUA, aprobó que siguiéramos adelante con esta iniciativa. Se necesitaron 15 meses de preparación para iniciar la primera capacitación en enero de 2007 como una clase intensiva en la universidad.
Una particularidad de esta clase del período de enero fue que, junto con las estudiantes de BUA que tomaban el curso de liderazgo para obtener créditos universitarios, también se invitó a inscribirse a mujeres seleccionadas de la comunidad. Estas mujeres eran líderes de la iglesia y del estado. Juntas, participaron y estudiaron en un curso intensivo de una semana (de 9:00 am a 9:00 pm). El grupo docente estaba compuesto por profesoras de BUA y mujeres líderes a nivel estatal y nacional. Otra característica singular fue que el curso se impartió en el Campamento Buckner, cerca de Marble Falls, Texas. Esto se pudo lograr con la ayuda, nuevamente, del Dr. Albert Reyes, quien para entonces había empezado a servir como presidente de Buckner Children and Family Services. Queríamos crear un entorno donde las estudiantes pudieran conectarse entre sí sin sus responsabilidades domésticas y donde pudieran concentrarse en aprender, desarrollar amistades y relaciones y descansar en un ambiente de campamento.

Hay mucho que decir sobre la increíble experiencia que las estudiantes de BUA, las mujeres de la comunidad y el personal docente, compartieron en el momento de la evaluación al final de la semana. Nora y yo quedamos impresionadas por sus respuestas entusiastas y su insistencia en continuar con más materiales y clases. Recuerdo como si fuera ayer la conversación que tuvimos Nora y yo en el camino de regreso a San Antonio. Sabíamos que esto era más que una clase intensiva. Sabíamos que este movimiento tenía que ser plan de Dios y que Dios nos estaba usando para llevarlo al siguiente nivel.
Desde entonces, nos convertimos en un Instituto de BUA y, junto con un grupo de líderes latinas asesoras, ampliamos el programa académico y desarrollamos el currículo del CLLI. En 2015, solicitamos y recibimos la certificación 501©3 como organización sin fines de lucro del estado de Texas. Nuestras asesoras se convirtieron en miembros del consejo directivo. En estos 20 años, hemos capacitado formalmente a líderes en cohortes ubicadas en Estados Unidos de América en Texas y Carolina del Norte, en México en Monterrey, Metepec y Ciudad de México, y en Barranquilla, Colombia.
Como cofundadora, escribo esto con ojos llorosos. Me siento honrada. De acuerdo a la historia en estos versículos, Josué había instruido a los líderes de las 12 tribus de Israel para que tomaran cada uno una piedra de en medio del río Jordán, mientras los sacerdotes sostenían el Arca del Pacto al cruzar el río. Las piedras debían servir como recordatorio para los israelitas de las acciones poderosas, la fidelidad y la provisión de Dios.
Mis lágrimas surgen del recuerdo de mis “piedras” simbólicas, las innumerables mujeres que han sido alumnas y graduadas de las capacitaciones del CLLI. El privilegio de escuchar sus historias, tanto entonces como ahora. Historias de empoderamiento gracias a las clases y las conexiones que hicieron con las mujeres que conocieron, tanto profesoras como compañeras de estudios. He sido testigo de su caminar hacia la libertad de estereotipos y del romper con ataduras que las hacían creer que como mujeres son ciudadanas de segunda clase en el Reino de Dios. Tantas historias con un mensaje de aliento y motivación de “Sí se puede”, donde los estudiantes de CLLI se animan a continuar con sus estudios y su educación superior, a identificar o definir su llamado en la iglesia o en el mundo secular, a desarrollar nuevas amistades y hermandades, y a cultivar una relación más fuerte con Dios.
Todo esto se debe a una cita divina que Dios orquestó hace 20 años: una conexión entre dos líderes latinas que operaban en diferentes círculos. Fue arriesgado porque desafiamos muchas normas al crear el CLLI, pero Dios ya había “abierto el Jordán” y había dicho “¡Adelante”! Y nosotras le seguimos.
Gracias, Dios, por tu fidelidad y provisión mientras seguimos con la trayectoria del Instituto Cristiano para Líderes Latinas. Gracias también a quienes han apoyado este ministerio con sus oraciones y recursos. Ustedes también son parte de esta historia y celebramos su apoyo fiel.
Finalmente, agradecemos a todas los estudiantes y graduadas del CLLI que han participado en las capacitaciones del Instituto. Gracias por confiarnos su formación y desarrollo como líderes.
Al continuar con la celebración de estos 20 años de servicio, también estamos emocionadas anticipando las grandes cosas que Dios hará en el futuro con este ministerio.
Les invitamos a unirse a este ministerio para poder seguir transformando las vidas de muchas mujeres en el nombre de Cristo durante los próximos 20 años. Por favor, consideren incluirnos en sus oraciones y contribuir con recursos financieros. Para ayudarnos a alcanzar nuestra meta de aniversario de recaudar $20,000, por favor, haga clic aquí: https://www.christianlatinaleadershipinstitute.org/friends-donors
¡Adelante en el nombre de Dios!

Patty Villarreal, LMSW, es cofundadora de CLLI y miembro del cuerpo docente. Después de trabajar 43 años como trabajadora social, se jubiló y continúa sirviendo como voluntaria en diferentes iglesias y ministerios comunitarios.
Por Anna Rodriquez
Please click here to read in English
Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el Señor tu Dios te acompañará dondequiera que vayas. Josué 1:9 (NVI)
Al enfrentar los desafíos políticos y sociales, demostrar audacia sirve como una postura mesurada contra la aprensión y la negatividad. Implica articular las propias perspectivas a pesar de la incertidumbre, aceptar el cambio y apoyar firmemente los valores y aspiraciones personales. Esta valentía surge internamente, no del estímulo externo.
Este principio guió mi respuesta a una situación reciente. Hace poco, recibí una invitación de unas clientes antiguas para desayunar y reconectarnos. Dudé, preguntándome si podría acomodar mis compromisos, pero me di cuenta de que salir de mi zona de confort se alineaba con mis valores. Aunque inicialmente me incliné a rechazar la invitación, el entusiasmo genuino en su voz me impulsó a aceptar.
Las señoras habían planeado cuidadosamente un desayuno para que pudiéramos reconectarnos y compartir historias sobre los éxitos de sus hijos y sus crecientes familias. Cuando me agradecieron, respondí que toda la honra pertenece a Dios, y añadí: “Ustedes hicieron el trabajo difícil; yo hice el trabajo del corazón”. Les recordé que la audacia significa asumir riesgos y actuar con valentía, especialmente ante la incertidumbre.
Elogié a las mujeres por aceptar la incomodidad al probar cosas nuevas, alzar la voz y enfrentar tareas intimidantes. La audacia no consiste en ser ruidosa ni imprudente; es elegir hablar cuando el silencio es más fácil, expresarse con autenticidad y decir sí a la incertidumbre a pesar del miedo.
Mientras conducía a casa después del desayuno, recibí una llamada de mi hija menor. Me contó sobre una experiencia que había compartido previamente en su grupo de mujeres sobre la salud de su esposo. El no se había estado sentiendo bien y fue ingresado a urgencias, donde el personal médico encontró una obstrucción arterial del 99%; estaba al borde de un infarto. Los médicos recomendaron el colocar un stent. Antes del procedimiento, su esposo mencionó que se sentía ansioso.
Mi hija recordó una frase que la impulsó a orar por él. Después, él se mostró más tranquilo y pasó por la cirugía de una manera exitosa. Mi hija me dijo que durante esos moments sentía mi voz —el aliento de su madre— en lo más profundo de su ser, inspirándola a actuar con valentía. Recordó haberme oído orar con asertividad ante diversas situaciones y, al enfrentarse al miedo, comprendió qué pasos debía dar.
Mientras continuamos nuestra conversación, mi hija puso la cereza en el pastel cuando expresó que después de compartir su oración audaz con el grupo de mujeres, ellas ahora han implementado el “enseñar a sus hijas” a orar en voz alta, con audacia, valentía y fe. La audacia no es una característica reservada para unas pocas personas, ni una cualidad innata, es una habilidad que cualquiera puede cultivar y desarrollar. Al elegir la valentía por encima de la comodidad, y al aceptar el tomar riesgos calculados y acciones intencionales con propósito, las personas pueden crear nuevas posibilidades y oportunidades para sí mismas y para quienes les rodean.
La audacia es una rebelión silenciosa contra el miedo. Es una declaración de que tu voz, tus sueños, tu presencia, importan. Así que sé audaz. No porque el mundo lo exija, sino porque tu alma lo exige.
Más todavía, la audacia representa un desafío mesurado al miedo. Es una clara afirmación de que la voz, las aspiraciones y la presencia de cada persona tienen un valor inherente. Es importante buscar la audacia, no por presiones externas, sino porque se alinea con las convicciones propias.
Como líderes cristianas latinas, los miembros de nuestras comunidades recurren a nosotras con frecuencia en sus momentos más difíciles. En estos momentos de desesperación, animarles a ser audaces y alzar la voz contra el miedo que intenta abrumarlas, se convierte en un poderoso testimonio de fe inquebrantable y confianza en el poder de Dios. Esta respuesta valiente refleja nuestra profunda convicción y demuestra a las personas que servimos a un Dios vivo, atento y receptivo.
Cuando elegimos ser audaces y alzamos la voz con fe, inspiramos a quienes nos rodean a creer en lo imposible, a mantenerse firmes en la verdad y a acercarse al trono de la gracia sin vacilar.

Anna Rodriquez es miembro de la junta directiva del CLLI y se graduó del mismo en 2010. Ha trabajado en el campo de los servicios sociales por más de 25 años y tiene una maestría y una licenciatura en administración pública de la Universidad de Texas, Odessa, Texas.
Por: Eva Martínez
Please click here to read in English
Por eso yo, que estoy preso por la causa del Señor, les ruego que vivan de una manera digna del llamamiento que han recibido. Sean humildes y amables; tengan paciencia y sopórtense unos a otros con amor… Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo.
(Efesios 4:1-2, 32 NVI)
Como mujeres llamadas por Dios al liderazgo, muy pronto nos damos cuenta de que nuestro servicio se desarrolla en medio de otras personas; es un servicio en relación: “Unos con otros”. En ese contexto, nuestra forma de mirar a las demás personas —a nuestros colaboradores, líderes o miembros de nuestras iglesias y de nuestra propia familia—es muy importante. La mirada no es sólo una acción física. Es una disposición del corazón, es una manera de percibir las situaciones que vivimos y a las personas que nos rodean.
Probablemente en alguna ocasión hayas visto esta imagen. Esta es una famosa ilusión óptica conocida como Mi esposa y mi suegra. Fue dibujada originalmente por el caricaturista británico William Ely Hill y publicada en 1915 en la revista Puck, con el pie de imagen: “Ambas están en este dibujo — encuéntralas”.

Es un ejemplo de figura reversible: dependiendo de cómo la mires, puedes ver ya sea a una mujer joven mirando hacia un lado o a una mujer anciana de perfil. ¿Qué es lo que ves? Si solo puedes ver a una mujer joven difícilmente entenderías la descripción que realiza quien ve a una mujer mayor. Pero ambas mujeres están en la imagen, aunque nuestra mirada perciba exclusivamente a una de ellas. Quizás eres de las personas que perciben las dos imágenes. Con algo de apoyo de alguien que te de unas pistas o dedicando un poco más de tiempo y esfuerzo ¿puedes cambiar de una mirada a la otra? Lo importante es reconocer que las dos están ahí.
Este interesante ejercicio nos puede ayudar a reflexionar sobre la importancia de cómo percibimos a las personas con quienes nos relacionamos cotidianamente y cómo nuestra “mirada” puede ser un instrumento para influir positivamente (o no) en su desarrollo.
En mi ministerio he trabajado muchos años en favor de personas con discapacidad intelectual. Gracias a ello he tenido la bendición de conocer a personas valiosas que me han dejado grandes enseñanzas. Como por ejemplo, la importancia de poner el foco en las fortalezas y no en el déficit, de creer en la persona y percibirla no como una receptora pasiva de ayuda sino como ciudadana que puede contribuir a la sociedad con sus talentos. Según sea nuestra percepción de ella, dependerá la forma en que la tratemos e impulsemos el desarrollo de su potencial.
¿Cómo es la mirada que tenemos acerca de las personas con quienes nos relacionamos? ¿Es una mirada que se enfoca en sus talentos y posibilidades o en sus carencias y limitaciones?
Efesios 4 nos invita a vivir de una manera digna del llamamiento recibido, y eso implica asumir una mirada transformada por el evangelio. Tener una mirada que restaura. Pablo nos presenta un camino en nuestro liderazgo, liderazgo en relación: el camino del amor, la humildad, la mansedumbre y la paciencia. “Sopórtense unos a otros con amor”, nos dice. No es una exhortación a la pasividad, sino a la compasión. La palabra “soportar” aquí no es resignarse, sino mantenerse firmes en el amor, incluso cuando la otra persona nos resulta difícil o desafiante. Pues cuando miramos con dureza a otras personas, olvidamos que también nosotros necesitamos gracia, cada día.
Mirar con compasión es ver más allá, como cuando con más tiempo y esfuerzo podemos ver a la otra mujer que está en la imagen; es recordar que la otra persona también está en proceso. Que tiene luchas internas, heridas que no vemos, temores que tal vez no entiende ni ella misma. Tal como me pasa a mí.
Mirar con compasión es ver a la persona con los ojos con que Cristo nos ha mirado a nosotras. Y es en ese contexto que Pablo termina el capítulo diciendo: “más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros”. Repitiendo esto de la existencia de unos y otros, dando la idea de diversidad donde muy probablemente los unos tenían ideas distintas a las de los otros. Y donde se necesitaba una mirada no sólo de compasión sino de desafío, de invitación al crecimiento y desarrollo. “Perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo”. El perdón no nace de un sentimiento momentáneo, sino de una decisión sostenida por la memoria de la cruz. Cuando recordamos cuánto nos ha perdonado Dios, se debilita nuestro afán de condenar, y se fortalece nuestra capacidad de aceptar y restaurar.
La mirada compasiva y la mirada de desafío a ser mejores se alimentan de la seguridad de sabernos amadas por Dios.
Querida amiga en el liderazgo: El Señor no nos ha llamado para levantar muros que nacen de la dureza de nuestra mirada, sino para abrir caminos de posibilidad y reconciliación. No estamos solas en esta tarea. El Espíritu Santo está obrando en ti y en mí, para transformar nuestra manera de ver a las demás personas. Hoy podemos pedirle que nos enseñe a mirar con los ojos de Cristo: ojos que ven más allá de las heridas, que esperan lo mejor, y que bendicen.

Eva Martínez es licenciada en psicología con maestría en salud mental y discapacidad, coordinadora del programa de familias fortalecidas e incluyentes de Effeta ABP, institución que busca impulsar la inclusión y el ejercicio de los derechos de las personas con discapacidad intelectual y sus familias. Es graduada del CLLI Monterrey (2018) y miembro del consejo directivo del mismo. Además, sirve junto a su esposo, Joel Sierra, en el pastorado de la Comunidad Bautista Jiréh de Monterrey. Es mamá de 4 hijos: Andrés, Luz Daniela, Samuel y Miguel.
Por: Verónica Martínez-Gallegos
Please click here to read in English
Las transiciones son cambios o eventos significativos que te mueven de tu zona de confort a un espacio donde habrá que iniciar de nuevo en un territorio desconocido. La vida nos presenta momentos en que, para avanzar, hay que dejar atrás lo conocido, por ejemplo: una relación significativa, el trabajo y los compañeros, un lugar especial y las amistades, incluso una iglesia y queridos hermanos y hermanas.
No es fácil, y no todas las personas lo experimentan. He conocido a personas que han nacido en un lugar y que nunca han salido de su ciudad, o quienes han trabajado toda su vida en un sólo empleo.
No es que un estado sea mejor que el otro. Quedarse en un lugar toda la vida trae estabilidad y algunas personas prefieren eso. Cambiarse de un lugar a otro tiene sus beneficios, tales como iniciar de nuevo, conocer gente diferente y despojarte de cosas acumuladas. Sin embargo, las transiciones por muy positivas que sean siempre van acompañadas de duelo por la pérdida de lo que se deja atrás.
Comparto ese tema porque las transiciones han sido parte de mi vida y en más de una ocasión las he experimentado. La transición más reciente fue cambiarnos mi esposo y yo de Carolina del Norte, en donde vivimos casi treinta años, con la excepción de dos años que estuvimos fuera de allí. En estos treinta años también servimos en varios ministerios muy significativos.
En cada cambio que hemos vivido, la cuestión más importante es saber cómo escuchar a Dios y entender su voluntad. Al ver atrás a todas las veces que hemos tenido que entrar en una etapa de transición, puedo decir sin temor a equivocarme que Dios estaba guiándonos.
Para mi escuchar a Dios significa ser intencional en mi comunicación a través de la oración. La oración para mí es hablar directa y sinceramente con Dios sobre mis deseos, dudas, temores, aflicciones, desacuerdos y frustraciones. Hace muchos años que practico escribir mis oraciones en un diario, y las conversaciones con Dios más importantes de mi vida están escritas allí. De vez en cuando, leo alguno de mis diarios pasados y me gozo al recordar todo lo que he vivido y cómo he experimentado a Dios en mi vida.
La biblia nos habla mucho de las transiciones. Por ejemplo, el pueblo de Israel supo lo que era vivir en transición. Por cuarenta años el Señor les llevó por todo el camino del desierto. Otro ejemplo es de Eliseo quien tuvo que pasar por etapas de transición donde Dios lo guió de un lugar a otro (1 Reyes 17:1-9).
Además, la biblia nos ayuda a entender las transiciones. Proverbios 16:9 menciona: “uno puede planear su vida, pero el Señor decide lo que a uno le va a suceder” (BDPT). De acuerdo a este verso, nuestras vidas no nos pertenecen pues son del Señor, y sólo Dios establecerá nuestros caminos.
¿Te preguntarás y cómo saber la voluntad de Dios? Algo muy significativo para mí es sentir la paz de Dios. Isaías 26:3 ha sido un pasaje importante en mi vida. ¡Tú guardarás en perfecta paz a todos los que confían en ti, a todos los que concentran en ti sus pensamientos! (NTV).
Sentir la paz de Dios es de suma importancia para mí porque las transiciones pueden convertirse en desiertos. Sin embargo, Dios tiene un propósito en todo lo que sucede. Dios quiere que seamos transformados en el proceso de cambio, que no seamos las mismas personas antes y después de una transición.
Cuando escuchamos decir a una persona que Dios la está guiando a ir a otro lugar, muchas veces parece difícil de explicar y quizá de entender, tanto para la persona misma como para quienes están a su alrededor. Cuando esto sucede es porque Dios ya ha estado trabajando mucho antes en la vida de la persona y en el próximo lugar. Muchas veces Dios usa situaciones para incomodarnos y ayudarnos a visualizar más allá de nuestra comodidad.
Lo cierto, para mí, es que Dios nunca me ha movido de un lugar a otro sin tener planes mejores (Jeremías 29:11). Dios ha planeado la salida y la entrada y todo ha fluido sin ningún contratiempo. Para mí eso es lo que me da la paz, el saber que las cosas no están forzadas y que Dios abre camino de una manera asombrosa. Son esos eventos y detalles que sabemos que sólo Dios los puede hacer.
Quizá estas pasando por una etapa de transición y tienes que tomar una decisión. Mis preguntas serían: ¿ya oraste al respecto? ¿Cómo te ha hablado Dios a través de su Palabra? ¿Qué te ha dicho Dios? ¿Tienes paz al tomar la decisión de un cambio? Tener la seguridad que Dios va contigo te dará la paz para seguir adelante.
“Cuando pases por aguas profundas, yo estaré contigo. Cuando pases por ríos de dificultad, no te ahogarás. Cuando pases por el fuego de la opresión, no te quemarás; las llamas no te consumirán” (Isaías 43:2).

La Reverenda Verónica Martínez-Gallegos, M.Div., BCC, es capellana y educadora certificada ACPE. Además, sirve también junto a su esposo, quien es miembro del equipo pastoral en la Primera Iglesia Bautista de Duncanville, Texas. Verónica es graduada del CLLI y sirve en el Instituto como presidenta del consejo directivo y miembro de la facultad.
Por: Gabriela Sánchez
Please click here to read in English
Como líderes cristianas en nuestros respectivos ministerios y vidas personales, es inevitable que nos encontremos con nuevos caminos llenos de incertidumbre, enfrentemos desafíos duraderos y guiemos a otras personas durante temporadas difíciles en la vida. En estos momentos turbulentos, podemos intentar depender de nuestra propia fuerza y sabiduría; sin embargo, la historia de Josué 11 nos recuerda que la verdadera victoria no se logra gracias a nuestros propios medios, sino alineándose con el propósito de Dios para nosotras. Josué 11 nos habla de un tiempo en que el rey Jabín de Hazor formó estratégicamente una enorme coalición de reinos para enfrentar a Israel:
“Todos esos reyes salieron a pelear. Sus ejércitos unidos formaban una inmensa multitud. Y con todos sus caballos y carros de guerra cubrieron el terreno como la arena a la orilla del mar”. Josué 11:4
A pesar de estar en una desventaja numérica y general, Josué permaneció del lado de Dios, confió en Su promesa y siguió Sus instrucciones mientras guiaba a Israel en la batalla. Esta poderosa historia nos recuerda tres verdades importantes para enfrentar nuestras propias batallas del presente.
1. Permanecer del lado de Dios nos da confianza y elimina el miedo.
Cuando Josué se enteró de la gran alianza de ejércitos formada para luchar contra Israel, era natural sentir miedo. Sin embargo, Dios habló a Josué:
“Entonces el Señor le dijo a Josué: No les tengas miedo. Mañana, a esta hora, los entregaré a todos muertos en manos de Israel. Después lisia sus caballos y quema sus carros de guerra”. Josué 11:6
Dios tranquilizó a Josué en medio de la incertidumbre. Cuando enfrentamos situaciones inéditas e inciertas en la vida, podemos acceder a la fuente suprema de seguridad y fortaleza en la promesa de Dios. El miedo que antes nos paralizaba pierde su fuerza cuando nos enfocamos en Su promesa. Como mujeres líderes, a menudo se nos llama a tomar decisiones difíciles, a enfrentar situaciones que parecen insuperables o a entrar en lo desconocido. Pero Dios nos recuerda: “No tengas miedo”. Estar de su lado es nuestra fuente de confianza y fortaleza. Cuando alineamos nuestro corazón y acciones con Dios, podemos vivir con valentía, sabiendo que Dios va delante de nosotras.
2. Estar del lado de Dios nos ayuda a ser persistentes y a luchar con un sentido de propósito.
La victoria rara vez llega sin persistencia. Un detalle de este pasaje que llamó mi atención fue el hecho de que los israelitas no ganaron simplemente una batalla, ni dejaron de luchar al ver que sus enemigos comenzaban a huir. Persiguieron a sus enemigos sin descanso, impulsados por la confianza de que Dios peleaba por ellos.
“Y el Señor les dio la victoria sobre sus enemigos. Los israelitas los persiguieron tan lejos como Gran Sidón y Misrefot-maim y, hacia el oriente, por el valle de Mizpa, hasta que no quedó ningún guerrero del enemigo con vida”. Josué 11:8
Esto estuvo lejos de ser una victoria pasiva. Requirió acción valiente, resiliencia y una fe inquebrantable. Cuando estamos del lado de Dios, recibimos el poder de seguir adelante, incluso cuando el camino es largo y los obstáculos parecen imposibles. Nuestro sentido de propósito se renueva porque sabemos que nuestros esfuerzos están alineados con un propósito superior.
Como mujeres líderes, la persistencia a menudo es necesaria en nuestros ministerios, lugares de trabajo y familias. Habrá temporadas en las que el progreso parezca nulo o lento. En esos momentos, recuerda avanzar con perseverancia. No te rindas y sigue confiando en Dios.
3. Permanecer obedientes a la voluntad de Dios asegura la victoria
Una lección importante de Josué 11 está en el poder de la obediencia. La victoria de Josué no fue el resultado de superioridad militar ni de habilidades de combate excepcionales. La victoria fue el resultado de la obediencia cuidadosa a las instrucciones de Dios.
“Y Josué hizo lo que se le indicó, obedeció cuidadosamente todos los mandatos que el Señor le había dado a Moisés. Así que Josué conquistó toda la región: la zona montañosa, todo el Neguev, toda el área que rodea la ciudad de Gosén, las colinas occidentales, el valle del Jordán, los montes de Israel y las colinas de Galilea”. Josué 11:15b-16
La obediencia no siempre es fácil. Requiere humildad, entrega y disposición para seguir la guía de Dios, aun cuando no comprendamos del todo Su plan. Josué obedeció TODOS los mandamientos que el Señor le dio. Sin excepciones y sin atajos. Este pasaje nos enseña que la obediencia es la llave para abrir la puerta de victoria que Dios desea para nuestras vidas. Finalmente, como líderes en nuestras comunidades, es esencial modelar la obediencia ante quienes nos rodean y a quienes se nos ha confiado para liderar. Hacerlo puede convertirse en un testimonio poderoso de nuestra confianza y fidelidad a Dios, e inspirar a otras personas a hacer lo mismo.
La historia de Josué no es una historia antigua y olvidada. Está aquí como una promesa viva y disponible para quienes se alinean con la promesa de Dios. Mientras escribía este blog, recordé una historia ocurrida durante la Guerra Civil. En medio de la batalla, uno de los asesores del presidente Lincoln le preguntó si había orado para que Dios estuviera de su lado. El presidente respondió: “Señor, no me preocupa si Dios está de nuestro lado; mi mayor preocupación es estar del lado de Dios, porque Dios siempre tiene la razón”.
Cuando elegimos el lado de Dios, Dios nos concede la victoria. Las batallas que enfrentamos en nuestros ministerios, lugares de trabajo y vidas personales son muy diferentes a la de Josué 11, sin embargo, la promesa de Dios permanece inalterable.
Te invito a reflexionar sobre las siguientes preguntas: ¿Qué batallas enfrentas hoy? ¿Cómo puedes alinearte del lado de Dios en la batalla? ¿Cómo puedes ayudar a otras personas a recordar la promesa de Dios mientras atraviesan tiempos difíciles?
A manera de conclusión, les animo una vez más a recordar: Debemos procurar siempre estar del lado de Dios, porque su lado siempre es el ganador.

Gabriela Sánchez es graduada del CLLI y sirve como miembro del consejo directivo del mismo. Sánchez es también graduada de la Universidad de Carolina del Norte, Charlotte con una licenciatura en administración de empresas y de la Universidad de Wake Forest con una maestría en administración de empresas. Vive con su esposo Erick y su hijo Liam en Charlotte, Carolina del Norte, donde sirve en el ministerio de medios audiovisuales en su iglesia bautista local La Voz de la Esperanza.
Por Carolyn Porterfield
Please click here to read in English
Algunas historias del Evangelio son memorables, como la de Jesús alimentando a los cinco mil en Juan 6:1-15. Inicialmente, pensé que su punto principal era que Jesús alimentaba a la gente hambrienta por compasión. Sin embargo, una mirada más profunda revela una lección de liderazgo valiosa para el crecimiento personal.
Esta historia ejemplifica el desarrollo del liderazgo. Jesús había escogido a doce hombres como su equipo para continuar su misión después de que él se fuera. Necesitaba que comprendieran y llevaran a cabo la misión que les había confiado.
En esta historia, Jesús sabía que quería alimentar a la multitud que lo seguía. Preguntó a Felipe: “¿Dónde compraremos pan para esta gente?” Felipe comentó que el costo era demasiado alto para lograr lo que Jesús pretendía.
Entiendo la situación de Felipe. Una vez dirigí un equipo creativo con ideas costosas, y mi respuesta inicial a menudo era “No tenemos dinero para eso”, lo que apagaba su creatividad y obstaculizaba nuestra misión. ¿Qué hubiera pasado si Jesús hubiera estado de acuerdo con Felipe y hubiera despedido a la gente?
Andrés llevó a Jesús a un niño que tenía cinco panes pequeños de cebada y dos peces. Teniendo en cuenta la gran multitud que había que alimentar, Andrés cuestionó la suficiencia de esta pequeña cantidad. ¿Alguna vez has tenido una experiencia similar como líder? Tienes algunos recursos, pero parecen muy inadecuados para la misión.
Una organización sin fines de lucro en California tenía como objetivo proporcionar alimentos y vivienda a las personas sin hogar. Los recursos eran limitados. Se inició un gran proyecto para construir una nueva instalación, pero algunos líderes de la ciudad y del vecindario plantearon objeciones que podrían detener el proyecto. Se requería una cantidad considerable de dinero para terminar el edificio, y había un plazo estricto que debía cumplirse, o el proyecto se daría por concluido.
Durante una reunión de emergencia de la junta directiva, las sugerencias de recaudación de fondos fueron rechazadas repetidamente hasta que un miembro propuso una opción diferente. Dijo que había visto lo que el hombre podía hacer. Ahora quería ver lo que Dios podía hacer. La gente oró y se fue a sus casas. A la mañana siguiente, Dios proveyó justo lo que se necesitaba. El edificio se inauguró y la misión de alimentar y albergar a las personas sin hogar continuó.
En una colina cubierta de hierba en Galilea, el equipo de Jesús vio lo que él podía hacer. Tomó lo que se le ofrecía, dio gracias por ello e instruyó a los discípulos para que dieran los panes y los peces a la gente. Hubo más que suficiente y hasta sobraron doce cestas de panes de cebada.
Esta historia describe tres aspectos importantes que quienes son líderes deben entender. 1) La obra de Dios 2) hecha a la manera de Dios 3) tendrá los recursos necesarios que Dios proveerá. Recuerda, estás llevando a cabo las tareas que Dios te ha confiado. Dios te ha dado talentos, habilidades, experiencias y relaciones que te convierten en la persona que Dios te ha creado para ser.
A veces puedes sentirte inadecuada, como Felipe, que dudaba de su capacidad para conseguir los fondos necesarios, o Andrés, que ofrecía panes y pescados, pero no tenía fe en que sería suficiente.
Jesús tomó lo que parecía inadecuado a los ojos de los discípulos y dio gracias por ello. Con demasiada frecuencia nos enfocamos en lo que creemos que nos falta en lugar de reconocer lo que tenemos. Da gracias a Dios por todo lo que te ha dado: tu mente, talentos, habilidades, dones espirituales y pasión por ayudar a las demás personas y lograr un cambio duradero. Ofrécele todo eso a Dios para que lo bendiga.
Cuando era una joven graduada de la universidad, Dios me llamó a ir a Japón para compartir el Evangelio. El desconocimiento del idioma o la cultura se vio agravado por sentimientos de insuficiencia. Una mañana, desesperada, le dije a Dios por qué no debía estar en Japón debido a todas las cosas que yo no era y que no podía hacer. Dios me recordó gentilmente que levantara mis ojos hacia él porque Dios era el creador del cielo y la tierra. Dios me dijo que yo era hechura suya, creada en Cristo Jesús, para hacer las cosas buenas que Dios ya había preparado para que yo hiciera. Miré a mi alrededor el hermoso escenario y pensé en la maravillosa gente japonesa. Si Dios podía hacer eso, Dios podría tomar mis “panes y peces” y usarlos para compartir el Evangelio.
Mi oración de desesperación se convirtió en una oración de acción de gracias. Dios tomó lo que le ofrecí, lo bendijo y fue suficiente. Dios me mostró dónde usar mi talento para cantar y tocar la guitarra para compartir el Evangelio en las iglesias, en una escuela de enfermería y en el centro comunitario donde trabajaba. Dios quería que usara mi habilidad de escribir a máquina como una puerta para enseñar a escribir y discipular a un nuevo creyente. Dios usó mi don espiritual de enseñar para bendecir a mis estudiantes de ESL (inglés como segundo idioma). Cuando hacemos la obra de Dios a la manera de Dios, Dios proveerá los recursos que necesitamos para hacer lo que nos ha pedido.
¿Qué es eso aparentemente imposible que Dios te está pidiendo en esta etapa de tu vida? ¿Estás dispuesto a darle a Dios lo que tienes y confiar en que Dios te bendecirá para su gloria y la de las demás personas? Nunca se sabe. Es posible que Dios quiera usarte para ayudar a alimentar a cinco mil personas.

Carolyn Porterfield vive en Irving, Texas y se desempeña como presidenta del Comité Académico del CLLI. Le encanta ver a Dios usar a las personas para hacer su obra.
Por Patty Villarreal
Please click here to read in English
Durante esta temporada, la gente cristiana celebra la vida, muerte y resurrección del Señor Jesucristo. Mi iglesia sigue el calendario litúrgico cristiano. Así, durante el Domingo de Ramos, los niños y niñas marchan de un lado a otro de los pasillos del santuario agitando hojas de palmas que conmemoran la entrada victoriosa de Jesús en Jerusalén antes de su muerte.
Recientemente vi esta representación de la entrada victoriosa de Jesús en la pantalla grande de un cine. Soy una gran apasionada de la serie The Chosen (El Elegido). En este momento, estoy siguiendo la serie actual de la parte 5: “La Última Cena”. Fue con lágrimas en los ojos que observaba esta muestra de adoración sincera a nuestro Señor. ¡Cómo habría sido esa escena si hubiéramos podido presenciarla!
Sin embargo, no todos estaban de celebración. Muchas personas malinterpretaron lo que esto significaba en el plan de Dios para su creación. Fue el principio del fin de la vida de Jesús en esta tierra. Una vida que nos mostró cuánto nos ama Dios realmente y que el ministerio de Jesús fue uno de reconciliación, de unificarnos con Dios.
Uno de los acontecimientos que sucedió después de la entrada triunfal en Jerusalén fue la Última Cena. En ese momento, Jesús dijo que otro vendría a ayudarnos. Se estaba refiriendo al Espíritu Santo, la tercera persona de la Trinidad. En Pentecostés, el principio del plan siguiente de Dios, comenzó la obra de la Iglesia y del movimiento cristiano, bajo el poder del Espíritu Santo.
Y aún continúa.
Cuando terminen las cantatas y dramas de celebración del Domingo de Resurrección; cuando los servicios de adoración hayan acabado; cuando terminen los días de campo en la iglesia y/o en la familia; cuando las búsquedas de huevos se acaban y los pedazos de cascarones se caen del cabello y todo está dicho y hecho, ¿qué pasa entonces? La obra del mensaje de Resurrección continúa.
Al continuar con esta sagrada obra, quisiera ofrecer un recordatorio y una bendición:
El recordatorio – Somos receptores de la Gran Comisión. La obra de la Iglesia continúa. Como seguidores de Cristo, debemos servir como ministros de reconciliación. Una de nuestras graduadas del CLLI, Jana Atkinson Morga, recientemente me introdujo a un libro, The Lives We Actually Have: 100 Blessings for Imperfect Days (Las vidas que realmente tenemos: 100 bendiciones para días imperfectos). [Traducción de la autora], de Kate Bowler y Jessica Richie. Una de las secciones de bendición favoritas para mí es un extracto de “para cuando estés cansado de los sistemas descompuestos” (p. 124-125):
“Oh Dios, cuán bienaventurados somos los que clamamos a ti: Danos el poder de ver y distinguir lo que está descompuesto, lo que es nuestro para restaurar. Guíanos para encontrar alternativas coherentes y hermosas que fomenten la vida, la esperanza y la paz. Ayúdanos a usar nuestros dones uno con el otro en unidad. Bendecidos somos los que elegimos vivir en anticipación, nuestros ojos escudriñando el horizonte en busca de señales de tu reino—el cielo descienda— mientras esperamos”. (Traducción de la autora)
Jesús nos invita a unirnos a su ministerio de reconciliación: “Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies” (Mateo 9:37-38 Reina-Valera). Jesús nos llama a ser estos trabajadores que se necesitan para cosechar el campo mientras ofrecemos en su nombre alternativas que fomentan la vida, la esperanza y la paz.
La bendición – Somos líderes ocupadas. Nuestro papel como “personas influyentes” (influencers) y nuestras tareas de liderazgo nos mantienen bastante activas. Además del llamado y ministerio específicos que Dios nos ha dado, sé que muchas de ustedes tienen carga en su espíritu por encontrar a la gente perdida, sanar a los quebrantados en espíritu, alimentar a los hambrientos, liberar a los oprimidos y traer paz a todas las personas. Es una carga santa y un privilegio santo. Somos bendecidas de ser mensajeras de Su Amor. Tenemos la oportunidad de “influir” en otras personas y guiarlas hacia el camino de la reconciliación proclamando las buenas nuevas de que Jesús pagó por nuestros pecados y por los del mundo entero.
Como mensajeras de Jesús, todos los días, en todos los sentidos, en todo lo que hacemos y en todo lo que decimos, la obra de la Resurrección continúa.
¡Adelante en el nombre de Jesús y en el poder del Espíritu Santo!

Patty Villarreal, LMSW, es cofundadora de CLLI y miembro del cuerpo docente. Después de trabajar 43 años como trabajadora social, se jubiló y continúa sirviendo como voluntaria en diferentes iglesias y ministerios comunitarios.
Por Marcela Ordaz
Please click here to read in English
Este año celebro mis 44 años con la certeza de que no cambiaría la energía de los 20 por la sabiduría y el temple de los 40. Cada década nos moldea y fortalece, y hoy más que nunca, sé que las mujeres estamos llamadas a liderar con propósito.
Hemos visto a mujeres romper barreras y ocupar espacios donde antes no tenían voz: primeras ministras, ejecutivas en grandes industrias, mujeres en posiciones claves tanto en el Vaticano como en muchas denominaciones protestantes y líderes comunitarias que transforman realidades. El mensaje es claro: no necesitamos pelear por nuestro lugar, sólo debemos prepararnos, porque el mundo ya está cambiando, y nosotras con él.
Este año, Christian Latina Leadership Institute (CLLI) celebra 20 años empoderando mujeres que han tomado las riendas de su destino, bajo la dirección de Dios, y han decidido formarse, fortalecerse y liderar.
Nuestro propósito sigue firme: equipar a más mujeres con herramientas para liderar en sus comunidades, iglesias y profesiones. Como parte de las celebraciones de este año, una de nuestras metas es alcanzar $20,000 en donaciones durante 2025, pero el verdadero objetivo sigue siendo impulsar el crecimiento de cada mujer que decide prepararse para su llamado. No se trata sólo de ocupar un lugar en la mesa, sino de cambiar la conversación y crear nuevas oportunidades.
El poder de Dios se perfecciona en nuestra debilidad, y en esa verdad encontramos la fuerza para seguir avanzando. No se trata de demostrar nada a nadie, sino de reconocer que lo que has logrado es un regalo y una responsabilidad que inspira a otras mujeres, jóvenes y niñas a creer que también pueden.
Durante estos 20 años hemos escuchado muchos testimonios inspiradores que invitan a seguir adelante. Queremos compartir algunos de estos testimonios contigo.
Alondra Bustamente – CLLI North Carolina:
¡Comenzar el entrenamiento del CLLI fue la mejor decisión! ¡Las clases han sido muy edificantes, útiles y de bendición para mí! Habiendo crecido en un entorno donde las mujeres eran vistas como inferiores, las clases de CLLI me han enseñado sobre el valor, la dignidad y el llamamiento de las mujeres. Ahora, mi objetivo es compartir este conocimiento con otras mujeres que enfrentan una experiencia similar a la mía.
Vania A. López – CLLI Metepec:
El tomar los cursos del CLLI me ha ayudado a disipar una gran neblina que afectaba mi vida y a confirmar que Dios tiene grandes planes para mí. Cada una de las clases ha llenado mi corazón de orden, entendimiento y paz. Sólo puedo expresar gratitud por estar en este lugar privilegiado de estudio.
Sara Vargas – CLLI North Carolina:
CLLI me ha ayudado mucho en mi formación como líder. Es un entrenamiento que abarca las luchas de la mujer, incluyendo tanto la perspectiva de género como la étnica. Ser líder conlleva mucha responsabilidad, y el CLLI está precisamente para educar y preparar a esa líder que llevamos dentro.
Rosario Gutiérrez Dorantes – CLLI Ciudad de México:
Por mucho tiempo estuve orando para que Dios me revelara mi ministerio específico. El CLLI vino como una respuesta a esta oración pues me ha ayudado a discernir mis dones y la mejor manera de usarlos. Si bien el enfoque principal del CLLI es liderazgo, la educación es integral pues incluye todas las áreas de la vida. Por esto hoy soy una mejor líder para la gloria de Dios. Gracias a todas las personas que apoyan este ministerio pues me están ayudando a alcanzar el propósito de Dios para mi vida.
Al reflexionar en estos 20 años estamos tan agradecidas por todos los testimonios de transformación y empoderamiento que hemos escuchado en la comunidad del CLLI. A la vez, esperamos con anticipación lo que Dios seguirá haciendo en medio de esta comunidad.
Dios nos sigue llamando a transformarnos y servirle mejor. ¿Estás lista para tu momento? ¿Cuál es el siguiente paso que darás en tu camino hacia un liderazgo más influyente, productivo y eficaz?

Marcela Ordaz es graduada del CLLI y sirve como miembro de la facultad del mismo. Además, es apasionada por la organización de eventos industriales y se desempeña en el rol de directora de ventas en FABTECH México desde 2005 y como anfitriona del podcast Industrial Talks LA. Su compromiso se centra en impulsar la educación, capacitación y empoderamiento, especialmente dirigido a mujeres en organizaciones sin fines de lucro.
Por Ana Castellano
Please click here to read in English
Durante el mes de febrero en muchos países se celebra el día de San Valentín o día del amor y la amistad. Si bien es cierto que este mes nos ofrece la oportunidad de celebrar a quienes amamos y agradecerles por su presencia en nuestras vidas, este mes ofrece también una oportunidad para reflexionar en el tema del amor.
Como cristiana, muchas veces he leído el capítulo del amor que se encuentra en 1 Corintios 13. Al hacerlo, me he hecho la pregunta de cómo utilizar en mi vida este concepto expuesto por el Apóstol Pablo, especialmente los versículos del 4 al 8:
“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece;no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor;no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser…” (1 Corintios 13:4-8 RVR 1960)
Este texto se encuentra después de una larga exposición acerca de cómo servir en la iglesia local usando nuestros dones con humildad, evitando el aparentar o creer que somos mejores que las otras personas. En este escrito quiero reflexionar en la manera en que yo entiendo este pasaje y mi forma de aplicarlo en mi vida. Te invito a reflexionar conmigo.
Quiero comenzar con la idea de que el amor es sufrido. Una parte importante que he aprendido en el ministerio es estar dispuesta a pagar el precio. He aprendido que no soy moneda de oro para caerle bien a todas las personas. Es decir, habrá gente que no me va a ver con cariño, incluyendo personas en la iglesia local. Estas hermanas o compañeras de trabajo pueden llegar a ser piedras de tropiezo en mi ministerio y reconozco que ganarlas puede ser muy difícil. Estas experiencias me ayudan a no sentirme más o superior que otras personas, sino a tener un mayor cuidado al hablar o actuar. Muchas veces he llorado, me he alejado de personas, pero he aprendido a preguntarle a Dios: ¿Qué me quieres enseñar con esto?
Esta pregunta que me he hecho en lo personal, me ha llevado a usarla como una herramienta en mi ministerio. Cuando veo a alguna hermana en problemas le animo a preguntarle a Dios qué le quiere enseñar hoy.
El amor es benigno, no tiene envidia. Como hija de Dios y líder en su ministerio, debo ser benigna con otras hermanas y con mis compañeros de trabajo. No debo envidiar, ni hablar mal de las personas a sus espaldas. Si tengo algo en contra de alguien o no me gusta su actitud hacia mí, debo hablar con esa persona y preguntarle si le hice algún agravio. Reconozco que a veces hay gente que se ha enfadado conmigo y yo ni siquiera me he dado cuenta de eso. Así que he aprendido a escuchar más que hablar. Eso no lo hacía antes. Además, antes me jactaba de todo lo que he estudiado y mis títulos, como si eso me mantuviera el corazón lleno. La verdad es que Cristo es el único que debe llena mi alma. Así que debemos preguntarnos cada día ¿Quién llena mi corazón? Y luego hacer los ajustes necesarios.
El amor no hace nada indebido, no se irrita, no guarda rencor. Recuerdo que cuando no era cristiana yo decía: “el que me la hace me la paga”. Hermanas, todavía el día de hoy tengo una lucha constante para no irritarme. Lo bueno es que ahora puedo controlar el enojo más rápido que antes. Una de mis oraciones más constantes es que Dios me ayude a ser de bendición para otras personas. No lo he logrado al cien por ciento, pero prosigo hacia la meta. Día a día, paso a paso, allí voy. La Palabra de Dios me ha ayudado mucho a cambiar mi forma de ser. Esta parte del amor me ha costado más que otras, pero sigo buscando alabar a Dios, un día a la vez. ¿Es algo que se te hace difícil también a ti?
En este mundo hay mucha injusticia. Veo los noticieros y a veces me dan ganas de llorar por todo lo que pasa y cómo muchas personas abusan de otras sin ninguna compasión o benignidad. En mi trabajo también, día a día escucho historias de abuso de diferentes formas. He llorado con personas al escuchar sus historias. Al mismo tiempo me alegro mucho con aquellas personas que mejoran su condición de vida. La justicia es algo que Dios espera de mí y es algo que debo aprender a hacer cada día.
El amor nunca deja de ser. Amar es el privilegio más grande que tenemos. Dios es amor (1 Juan 4:8); y porque le hemos conocido poseemos la habilidad de mostrar un amor más cercano al de Dios que el amor que muestra el mundo. El amor de acuerdo al mundo está lleno de envidia, rencores, jactancia y envanecimiento. Es un supuesto amor que hace cosas indebidas, busca lo suyo propio, está lleno de irritabilidad y rencor, se goza en la injusticia, nada soporta, nada cree, no sufre, no espera nada y se termina.
Si queremos ser líderes que reflejan a Cristo debemos mostrar a otras personas el amor de acuerdo a Dios y no de acuerdo al mundo
Este amor de acuerdo a Dios es lo que nos dará credibilidad como líderes cristianas. La Biblia es clara al decir que podemos tener todos los dones más preciados, las habilidades más buscadas, pero si no mostramos el amor de Dios en lo que hacemos, lo que hagamos es como un ruido intenso en los oídos de Dios y de las personas a nuestro alrededor.
Un poco más adelante este capítulo alude a la idea de que cuando somos niños, hacemos las cosas de niños. Sin embargo, ahora que ya somos grandes debemos hacer las cosas de las personas grandes (1 Corintios 13:11). Si hemos madurado en el Señor, hagamos las cosas del Señor, no las del mundo. Este pasaje de 1 Corintios 13:4-8 nos enseña esto mismo, a ser y actuar como hijas de Dios, maduras y en el proceso de santificación.
Les invito a que nos dispongamos a utilizar este concepto del amor que el Apóstol Pablo nos dejó y a mejorarlo a diario en nuestras vidas. Dios nos bendiga y nos ayude en nuestro camino hacia la meta común: servir como Cristo lo hizo hasta poder verle cara a cara.

Ana Castellano nació en Venezuela y está casada con Roberto Jiménez. Juntos tienen tres hijos, Abigail, Naomi y Daniel. Ella es graduada del CLLI (2014) y trabaja con niños de 6 a 17 años en una clínica de salud mental. Su esposo es pastor de la Iglesia Bautista Trinidad y juntos trabajan para llevar el evangelio a otras personas. Ana y su familia viven en San Antonio, Texas.