Practicando la hospitalidad

Christian Latina Leadership Institute

Por: Verónica Martínez-Gallegos

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Durante muchos años me pregunté si mis heridas servían para algo. Por curiosidad, me pregunté ¿cómo?, ¿dónde?, ¿cuándo comenzaron mis heridas? Al procesar mis pensamientos, junto con el concepto del “sanador herido”, presentado por el sacerdote católico Henri Nouwen, me pregunté también si hay heridas que todas las personas llevamos y que la demás gente no puede ver. Pensé además en las personas que se avergüenzan de sus aflicciones internas. Ellas necesitan a alguien que esté dispuesto a escucharles atentamente ofreciendo un oído compasivo y unos ojos perceptivos que vean esas heridas invisibles.

Una de esas heridas invisibles que menciona Nouwen es la “soledad profesional”. Nouwen sugiere que esta herida puede convertirse en una fuerza curativa en la “práctica de la hospitalidad” Sin embargo, agrega que, “… la hospitalidad como poder curativo requiere que el propietario se sienta cómodo en su propia casa para poder ofrecer hospitalidad al huésped”1. Una persona debe buscar adentro de sí misma para hacer una reparación interior y brindarse mantenimiento constante para estar así emocional y espiritualmente disponible para brindar hospitalidad a la otra persona. Debe poseer y recordar tanto la soledad como el proceso de curación para usarlos como una fuente de empatía para comprender a otras personas que tal vez no entiendan su propio sufrimiento.

¿Cómo es esta hospitalidad para nosotras como educadoras, mentoras, y líderes latinas y latinas de corazón? Como anfitriona, necesito sentirme como en casa en mi (nuestra) propia casa. Al hacer esto, como líder, podré ser capaz de crear un espacio hospitalario. Como cristiana, sería bueno ver a otras personas sin una agenda personal y ser genuinas al brindar hospitalidad. En tal contexto, la hospitalidad se trata de la otra persona herida en la habitación. El sanador facilita la discusión de la esperanza, los sueños y las preocupaciones de la otra persona, ayudándole así a dar sentido a su existencia.

Recuerdo un momento en el que le brindé hospitalidad a alguien que acudió a mí para desahogar sus heridas y sentimientos de enojo, dolor y vulnerabilidad. Tenía preguntas, incertidumbres y no sabía cómo manejar una relación difícil en el trabajo. Parece que el diálogo no era posible entre ambas partes y renunciar a su trabajo era su única opción. Tuve empatía y me identifiqué con su historia porque yo había vivido algo similar donde me sentí herida. La escuché y con la debida diferenciación, auto revelé parte de mi historia y el proceso de mi jornada. Sé que no podría arreglar su situación. Sólo podía estar para ella cuando necesitaba que alguien la escuchara. Estoy agradecida por la oportunidad de haber limpiado mi “hogar”, para poder ser hospitalaria con ella, metafóricamente hablando.

Además, es importante recordar que la casa se ensucia constantemente, y, por lo tanto, requiere de limpieza continua. Puede ser que volvamos a tener experiencias dolorosas, así que hay que seguir dándole mantenimiento a nuestra casa interna, nuestra casa espiritual.

Por lo tanto, el verme como una sanadora herida me ayuda a comprender que “la vulnerabilidad no es un signo de cobardía, por el contrario, la vulnerabilidad es coraje, es una fortaleza”2. Todo el proceso de encontrarse a sí misma es un proceso doloroso, especialmente cuando una persona es herida en un lugar donde encontró refugio y esto la ha hecho perder la confianza. Para mí, el hogar debe ser un refugio donde se encuentra el cuidado, la orientación, el apoyo, la seguridad, y la protección. Este tipo de hogar se puede encontrar en nuestra relación con Dios a través de Jesucristo, donde podemos realmente experimentar intimidad y sentirnos como en casa.

Si somos personas heridas, recordemos estas palabras del Apóstol Pablo:

Quien [Dios] nos consuela en todas nuestras tribulaciones. De esta manera, con la consolación con que nosotros mismos somos consolados por Dios, también nosotros podemos consolar a los que están en cualquier tribulación” 2 Corintios 1:4 (RVA).

Nuestra responsabilidad es despejar nuestro hogar, ser hospitalarias con nuestros huéspedes, y con aquellas personas que necesitan ser consoladas. Ofrezcamos consuelo, así como lo hemos recibido de Dios.

1. Henri J.M.Nouwen, “The Wounded Healer,” in Images of Pastoral Care, editor Robert C. Dyskstra, (Saint Louis, Missouri: Chalice Press, 2005), 78-82.

2. Brené Brown, Daring Greatly, (New York, NY: Avery, 2015), 33-34.

Reverenda Verónica Martínez-Gallegos, M.Div., BCC, capellana y educadora certificada ACPE. Además, sirve también junto a su esposo, quien es pastor titular de la Iglesia Bautista La Voz de La Esperanza en Charlotte, Carolina del Norte, y colabora en el CLLI en diferentes puestos: Miembro del consejo directivo, facultad y coordinadora del CLLI en Carolina del Norte.