Por: Margarita García
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¿Alguna vez te has preguntado si estás haciendo la voluntad de Dios para tu vida? Te has hecho la pregunta: ¿Qué quiere Dios que haga en esta etapa de mi vida?
Yo sí. De hecho, pasó bastante tiempo pensando en esto. ¿Cuál es la voluntad de Dios para mi vida? ¿Esa decisión que acabo de hacer es la voluntad de Dios? ¿Debería hacer algo diferente? ¿Estoy escuchando atentamente lo que Dios tiene que decir o me estoy apoyando en mi propio entendimiento? Estas son preguntas con las que lucho y tal vez algunas de ustedes sientan lo mismo.
El apóstol Pablo fue claro en 1 Tesalonicenses 5:16-18 cuando dijo: “Estén siempre alegres, oren sin cesar, den gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad [de Dios] para ustedes en Cristo Jesús. El apóstol se centra en tres cosas que son la voluntad de Dios: la alegría, la oración y la gratitud. Cuando leo este versículo me encanta la simplicidad de las palabras, pero el mensaje que está dando no es nada sencillo. El apóstol está pidiendo algo que creo que es muy difícil de hacer.
Por definición, la alegría o el regocijo es un sentimiento de gran placer o felicidad como resultado de que algo bueno suceda en tu vida. Esto suena razonable, claro que puedo alegrarme cuando suceden cosas buenas. Pero, ¿qué pasa si lo “no tan bueno” está sucediendo en mi vida y encontrar alegría o regocijo ya no es tan fácil? Si lo vemos desde una perspectiva bíblica, regocijarnos no se trata de encontrar la felicidad como la vemos en el mundo actual. Más bien es encontrar contentamiento o satisfacción independientemente de cuáles sean las circunstancias externas. El apóstol estaba escribiendo a los Tesalonicenses durante un tiempo de persecución. Les anima a seguir creciendo en su fe y les dice qué hacer en respuesta a la oposición que enfrentaban. Me podrás decir que es mucho más fácil decirlo que hacerlo y estoy de acuerdo contigo. Sin embargo, el apóstol no se detiene allí y les da una segunda clave que incluye la oración.
Cuando regocijarse en el Señor no tiene sentido, la oración sí lo tiene. El apóstol dijo: “Oren sin cesar”. Sabía que “estar siempre gozosos” sería difícil, así que les dijo que oraran siempre. El núcleo de la fe cristiana es la oración. Cuando oramos sucede lo inesperado. Somos empoderadas para crecer en la fe, nuestro corazón toma una postura de dependencia total en el Señor, somos capaces de amar a pesar de las circunstancias y podemos dar gracia porque la recibimos a través del sacrificio en la cruz. La oración no siempre cambia las circunstancias como nos gustaría que sucediera, pero cambia nuestro corazón. Nos alegramos aún en la dificultad.
Y, por último, me alegra mucho que el apóstol Pablo haya incluido la gratitud en este breve versículo. La gratitud no siempre es algo natural para mí. Algunos días tengo que obligarme a ser agradecida. Sé que es un desafío, especialmente cuando la vida da un giro inesperado. Pero al igual que el regocijo, la gratitud es una actitud del corazón. Nuestro corazón responde con gratitud cuando nos regocijamos sabiendo que Dios está en control. Sus planes son mejores que los nuestros, y a Dios nada le toma por sorpresa. Sé que puedo confiar en Dios de todo corazón y “dar gracias en toda situación.”
Entonces, regresando a la pregunta que nos hicimos al inicio: ¿Cuál es la voluntad de Dios para nosotras en esta etapa de nuestra vida? Regocijarnos, incluso cuando las circunstancias externas se pongan difíciles porque Dios nos saca adelante. Orar en todo tiempo porque allí encuentra descanso nuestro corazón. Y dar gracias sabiendo que Dios aún no ha terminado con nosotras. Dios tiene un plan perfecto para ti y para mí.

Margarita García es Coordinadora Bilingüe del distrito escolar de Kaufman. Tiene una maestría en Educación de Dallas Baptist University, Dallas, Texas. Es graduada del CLLI Texas, se ha desempeñado como Coordinadora del CLLI del Este de Texas y como parte del consejo directivo del Instituto. Además, sirve junto con su esposo pastoreando la Iglesia CLife Kaufman en español.