Por Carolyn Porterfield

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Algunas historias del Evangelio son memorables, como la de Jesús alimentando a los cinco mil en Juan 6:1-15. Inicialmente, pensé que su punto principal era que Jesús alimentaba a la gente hambrienta por compasión. Sin embargo, una mirada más profunda revela una lección de liderazgo valiosa para el crecimiento personal.

Esta historia ejemplifica el desarrollo del liderazgo. Jesús había escogido a doce hombres como su equipo para continuar su misión después de que él se fuera. Necesitaba que comprendieran y llevaran a cabo la misión que les había confiado.

En esta historia, Jesús sabía que quería alimentar a la multitud que lo seguía. Preguntó a Felipe: “¿Dónde compraremos pan para esta gente?” Felipe comentó que el costo era demasiado alto para lograr lo que Jesús pretendía.

Entiendo la situación de Felipe. Una vez dirigí un equipo creativo con ideas costosas, y mi respuesta inicial a menudo era “No tenemos dinero para eso”, lo que apagaba su creatividad y obstaculizaba nuestra misión. ¿Qué hubiera pasado si Jesús hubiera estado de acuerdo con Felipe y hubiera despedido a la gente?

Andrés llevó a Jesús a un niño que tenía cinco panes pequeños de cebada y dos peces. Teniendo en cuenta la gran multitud que había que alimentar, Andrés cuestionó la suficiencia de esta pequeña cantidad. ¿Alguna vez has tenido una experiencia similar como líder? Tienes algunos recursos, pero parecen muy inadecuados para la misión.

Una organización sin fines de lucro en California tenía como objetivo proporcionar alimentos y vivienda a las personas sin hogar. Los recursos eran limitados. Se inició un gran proyecto para construir una nueva instalación, pero algunos líderes de la ciudad y del vecindario plantearon objeciones que podrían detener el proyecto. Se requería una cantidad considerable de dinero para terminar el edificio, y había un plazo estricto que debía cumplirse, o el proyecto se daría por concluido.

Durante una reunión de emergencia de la junta directiva, las sugerencias de recaudación de fondos fueron rechazadas repetidamente hasta que un miembro propuso una opción diferente. Dijo que había visto lo que el hombre podía hacer. Ahora quería ver lo que Dios podía hacer. La gente oró y se fue a sus casas. A la mañana siguiente, Dios proveyó justo lo que se necesitaba. El edificio se inauguró y la misión de alimentar y albergar a las personas sin hogar continuó.

En una colina cubierta de hierba en Galilea, el equipo de Jesús vio lo que él podía hacer. Tomó lo que se le ofrecía, dio gracias por ello e instruyó a los discípulos para que dieran los panes y los peces a la gente. Hubo más que suficiente y hasta sobraron doce cestas de panes de cebada.

Esta historia describe tres aspectos importantes que quienes son líderes deben entender. 1) La obra de Dios 2) hecha a la manera de Dios 3) tendrá los recursos necesarios que Dios proveerá. Recuerda, estás llevando a cabo las tareas que Dios te ha confiado. Dios te ha dado talentos, habilidades, experiencias y relaciones que te convierten en la persona que Dios te ha creado para ser.

A veces puedes sentirte inadecuada, como Felipe, que dudaba de su capacidad para conseguir los fondos necesarios, o Andrés, que ofrecía panes y pescados, pero no tenía fe en que sería suficiente.

Jesús tomó lo que parecía inadecuado a los ojos de los discípulos y dio gracias por ello. Con demasiada frecuencia nos enfocamos en lo que creemos que nos falta en lugar de reconocer lo que tenemos. Da gracias a Dios por todo lo que te ha dado: tu mente, talentos, habilidades, dones espirituales y pasión por ayudar a las demás personas y lograr un cambio duradero. Ofrécele todo eso a Dios para que lo bendiga.

Cuando era una joven graduada de la universidad, Dios me llamó a ir a Japón para compartir el Evangelio. El desconocimiento del idioma o la cultura se vio agravado por sentimientos de insuficiencia. Una mañana, desesperada, le dije a Dios por qué no debía estar en Japón debido a todas las cosas que yo no era y que no podía hacer. Dios me recordó gentilmente que levantara mis ojos hacia él porque Dios era el creador del cielo y la tierra. Dios me dijo que yo era hechura suya, creada en Cristo Jesús, para hacer las cosas buenas que Dios ya había preparado para que yo hiciera. Miré a mi alrededor el hermoso escenario y pensé en la maravillosa gente japonesa. Si Dios podía hacer eso, Dios podría tomar mis “panes y peces” y usarlos para compartir el Evangelio.

Mi oración de desesperación se convirtió en una oración de acción de gracias. Dios tomó lo que le ofrecí, lo bendijo y fue suficiente. Dios me mostró dónde usar mi talento para cantar y tocar la guitarra para compartir el Evangelio en las iglesias, en una escuela de enfermería y en el centro comunitario donde trabajaba. Dios quería que usara mi habilidad de escribir a máquina como una puerta para enseñar a escribir y discipular a un nuevo creyente. Dios usó mi don espiritual de enseñar para bendecir a mis estudiantes de ESL (inglés como segundo idioma). Cuando hacemos la obra de Dios a la manera de Dios, Dios proveerá los recursos que necesitamos para hacer lo que nos ha pedido.

¿Qué es eso aparentemente imposible que Dios te está pidiendo en esta etapa de tu vida? ¿Estás dispuesto a darle a Dios lo que tienes y confiar en que Dios te bendecirá para su gloria y la de las demás personas? Nunca se sabe. Es posible que Dios quiera usarte para ayudar a alimentar a cinco mil personas.

Carolyn Porterfield vive en Irving, Texas y se desempeña como presidenta del Comité Académico del CLLI. Le encanta ver a Dios usar a las personas para hacer su obra.