Por Nora O. Lozano
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Al acercarnos al fin de año, diferentes cadenas de noticias han estado informando sobre los principales acontecimientos de este año, así como sobre los desafíos para el próximo año 2026.
Mientras veía CNN, la presentadora de noticias preguntó sobre los principales desafíos a los que nos enfrentamos hoy en día (no recuerdo el programa específico ni los nombres de la presentadora o comentaristas). Una de las comentaristas respondió que nos enfrentamos a tres grandes problemas: vivienda, atención médica y educación superior. Explicó que estos tres asuntos están afectando la vida de los ciudadanos en Estados Unidos, ya que la población de este país tiene dificultades para cubrir los aumentos en los costos de la vivienda (hipoteca o alquiler), la atención médica y la educación superior.
Si eres lector de otro país, es posible que los tres o cuatro problemas con los que tú y tus vecinos se enfrentan estén relacionados con otras situaciones que dependen de sus contextos culturales particulares. Tal vez son la migración, la violencia, el narcotráfico, las pandillas, los feminicidios o algún otro problema social importante.
El hecho es que todas las personas enfrentaremos desafíos durante este nuevo año 2026, los cuales pueden ser personales o sociales.
Volviendo a mi contexto en los Estados Unidos de América, resultó que todos estos desafíos comienzan con la letra “H” en inglés (Housing – vivienda; Health care – atención médica; y Higher education – educación superior). Al reflexionar sobre esto, me di cuenta de que falta una “H”. Es la “H” de la palabra esperanza, la cual comienza con “H” en inglés (Hope)*.
En mi vida como cristiana y como teóloga, me he dado cuenta de que la esperanza es un elemento fundamental y vital en el cristianismo. De hecho, la esperanza es una de las características distintivas del cristianismo. Como personas cristianas, esperamos reencontrarnos con nuestros seres queridos en el cielo; esperamos un futuro mejor; esperamos superar nuestros problemas graves; esperamos que las relaciones complicadas mejoren; esperamos que Dios actúe en nuestro favor; esperamos que nuestras vidas sean mejores porque Jesús nos ha prometido una vida abundante, que comienza aquí y ahora. Podría seguir enumerando la estrecha relación que existe entre el cristianismo y la esperanza.
En su ensayo sobre la esperanza, S. H. Travis menciona que: “Tener esperanza significa esperar con expectación la acción futura de Dios. El fundamento de la esperanza es la actividad pasada de Dios en Jesucristo, quien señala el camino hacia los propósitos de Dios para su creación”. (New Dictionary of Theology, p. 321).
Si el fundamento de la esperanza cristiana se basa en la obra de Dios tal como la ejemplificó Jesucristo, entonces debemos tener paz al pensar en lo que nos deparará el año 2026, independientemente de lo que digan las noticias. Podemos confiar en que el 2026 será un buen año porque sabemos que Dios tiene un buen plan para nosotros. Esto no significa necesariamente que será un año fácil. Es posible que enfrentemos algunas dificultades y desafíos, pero la buena noticia es que no los enfrentaremos solos, porque Dios siempre está con nosotros.
Como líderes cristianas, debemos abrazar y vivir esta esperanza que afirma que Dios siempre está con nosotros y que tiene un buen plan para nuestras vidas. Esta esperanza debe ser un distintivo de nuestras vidas como líderes.
Además, como líderes cristianas que vivimos con esta esperanza, debemos ser como Jesús, portadoras de esta esperanza. Necesitamos compartirla en todos nuestros círculos de influencia: familia, iglesia y comunidad. Al reflexionar sobre cómo compartir esta esperanza, vayamos más allá de las palabras y las ideas, y vivamos de una manera que refleje la vida de Jesús. Él conectó todas sus acciones con los propósitos y planes de Dios.
Al comenzar el año 2026, con todos sus posibles desafíos, acordémonos de la esperanza. Aunque el panorama, según las noticias pueda parecer difícil y desalentador, regocijémonos de tener una esperanza que incluye un futuro marcado por la presencia de Dios y sus buenos planes.
Con esto en mente, entremos al año nuevo con esperanza, confiando en aquel que tiene el futuro en sus manos.
¡Feliz y bendecido Año Nuevo para ti y para tus seres queridos!
*Nota de traducción: Este blog fue escrito originalmente en inglés y, por lo tanto, es posible que algunas partes de la traducción al español no reflejen exactamente el significado original.

Nora O. Lozano es directora ejecutiva y cofundadora del Instituto Cristiano de Liderazgo Latinoamericano y ha participado en la educación teológica cristiana durante más de 25 años.