Por Nora Silva
Traducido por Alicia Zorzoli
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Como en casi todos los nuevos años, el comienzo de este año nos brindó nuevas resoluciones, nuevas metas, nuevos planes. El año hasta sonaba bien: 2020, ¡como la visión 2020! Todas las personas tenemos comienzos frescos y objetivos desafiantes para el año. Las cosas pintan bien, solo se ve un cielo brillante por delante. Bueno, el cielo sigue brillante pero la pandemia nos llevó a un gran desvío de nuestros planes.
Mientras escuchaba a un podcast sobre liderazgo, oí al autor y escritor John Maxwell decir: “Ve despacio en el desvío”. Eso se me quedó grabado. Recordé la vez cuando manejé hasta una señal de desvío en una ciudad que no conocía, con un SPG que no me mostraba opciones. Seguí cuidadosamente las señales en naranja y negro, sin saber a dónde me llevaban o a dónde iba a parar. Más que a esas señales confusas, seguí a un auto que iba delante de mí esperando que esa persona me regresara a mi ruta original. No me animaba a desviar la mirada por temor a perderlo de vista. Sentía que me estaba alejando cada vez más de donde necesitaba ir. Estaba frustrada de que las señales naranja y negro no me estaban ayudando, ni me estaban dando la seguridad de hacerme saber que estaba en el camino correcto. Quería que mi SPG me anunciara que estaba cerca de llegar a nuestro destino, pero solo aparecía el indicador de “no hay señal”. La ansiedad me hizo apretar más fuerte el volante y bajar el volumen de la radio. (A menudo me pregunto por qué bajamos el volumen de la radio cuando estamos perdidos).
Justo cuando creía que no podría soportar un minuto más de sentirme perdida llegué a una señal de “Pare” que me puso en una ruta que me pareció algo conocida. Vi que el auto al que había seguido dobló, se metió en el tránsito y aceleró asegurándome que habíamos regresado a la ruta original. Había estado tan nerviosa por haber tomado un camino desconocido y no planeado, que no recuerdo exactamente cómo llegué a donde estaba.
La experiencia de mi desvío con el auto no se compara exactamente con nuestro actual cambio de dirección global; pero no hay muchas, si es que hay algunas, que se le comparen. Sin embargo, las parábolas de Jesús continúan enseñándonos que a través de los desvíos más comunes en nuestra vida diaria, Él nos da la oportunidad de ver cosas nuevas en maneras nuevas, si los aprovechamos.
Con toda seguridad esta pandemia ha sido un desvío a todos los planes que teníamos para 2020 y aún más allá. Cualesquiera sean nuestros planes, un desvío nos obliga a seguir una dirección diferente. Podemos atravesar el desvío apuradas y enfocarnos completamente en regresar al camino conocido, o podemos elegir ir despacio en el desvío y experimentar una nueva vista y aprender una ruta nueva para llegar hasta nuestro destino.
El ir más despacio no significa que no vayamos a llegar a nuestro destino; simplemente significa que podemos tener el tiempo para experimentar el “mientras”. Nos da la oportunidad de apreciar lo que siempre estuvo ahí pero que había estado nublado por haber andado siempre apuradas. El ir más despacio nos puede permitir ver realmente a nuestros hermanos y hermanas que están luchando. Algunas de estas personas están luchando con sus emociones, luchando por encontrar un propósito, luchando para conseguir suplir las necesidades básicas, o simplemente luchando. Todas las personas tenemos tiempos difíciles. Esto es prácticamente una garantía. Pero, como seguidores de Cristo, tenemos la paz y la esperanza que viene de Dios. Es una esperanza que se va haciendo más fuerte por el poder del Espíritu Santo. Esa esperanza hay que compartirla; y no solo con las personas que están perdidas, porque la gente “encontrada” a veces también se desvía.
El Instituto Cristiano para Líderes Latinas (CLLI por sus siglas en inglés) ha sido parte de nuestra preparación para esos desvíos que se nos presentan. La educación, el compañerismo, el desarrollo de liderazgo nos preparan para los desvíos en la vida. Un día podremos mirar hacia atrás y recordar cómo Dios nos usó durante esta etapa de desvío y, al hacerlo, no podremos contener nuestra alabanza.
Tenemos una elección: podemos apretar firmemente el volante y enfocarnos solamente en regresar a nuestro camino conocido, o podemos tranquilizarnos, enfocarnos en nuestra fe en Dios y permitir que el desvío nos muestre nuevos panoramas y nuevas perspectivas. Oro pidiendo lo segundo.

Nora Silva es la Pastora Ejecutiva de la Iglesia Mosaico de San Antonio y miembro de la facultad del Christian Christian Leadership Institute. También se desempeña como Presidenta de la Red de Mujeres Hispanas de Texas.