Por Eva Martínez 

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Por mis hermanos y amigos diré: ¡Qué la paz esté contigo! Por amor a la casa del Señor nuestro Dios, me desviviré por tu bien. Salmo 122:8-9 BLPH

Mi profesión de psicóloga la ejerzo con personas que tienen condición de discapacidad intelectual. Cuando la pandemia nos sorprendió, de pronto tuvimos que realizar todo nuestro trabajo en confinamiento, sin habernos preparado para ello. Más o menos después del primer mes de estar en el resguardo seguro del confinamiento, me buscó una madre de familia para solicitar apoyo para su hija adolescente con discapacidad intelectual, pues tenía síntomas de depresión. 

Se la pasaba dormida y se resistía a conectarse a las clases en línea. Después de algunas conversaciones por videollamadas, se animó a conectarse a la sesión de Zoom. Su mamá me compartió que, al ver cómo iban apareciendo los rostros de sus amigos y amigas, saludándose y dándose los buenos días como si estuvieran viéndose en persona, su hija —con gran sorpresa y emoción— expresó: “¡Están vivos!” 

Me sorprendió y me conmovió el efecto que tuvo para ella el relacionarse, aunque fuera a través de una pantalla, con sus maestras/os y compañeras/os. Le hizo bien. Parte de su depresión era pensar que sus amistades se habían terminado con el confinamiento. Llegó a pensar que todos habían muerto. ¡Qué maravilloso descubrimiento, gracias a la tecnología, cuando se dio cuenta que sus queridas amigas y amigos seguían vivos! 

Sentí el impulso de compartirle (no sólo a ella, sino a todas las personas con quienes me relaciono) el mensaje del salmo 122:8-9. Desde antes de la pandemia, pero ahora más que nunca, este verso me ha tocado: Por amor a mis hermanos y amigos diré: ¡Qué la paz sea contigo! Por amor a la casa del Señor, nuestro Dios, me desviviré por tu bien.

¿Qué es “desvivirse”? Según el diccionario de la Real Academia Española, es: mostrar incesante y vivo interés, solicitud o amor por alguien. Sin embargo, la palabra “desvivirse” tiene mucha más profundidad de lo que puede explicar un diccionario. En español, literalmente significa dejar de vivir, entregar la vida por alguien, renunciar a los propios intereses e incluso a la propia vida a favor de la otra persona en una relación afectiva de amistad sincera.

Las amistades que hacen bien son aquellas que se demuestran su interés vivo, a quienes tenemos y nos tienen en su pensamiento y en sus oraciones, por quienes buscamos su bienestar y que a su vez buscan el nuestro, aun renunciando a los propios intereses y beneficios. Esta actitud recíproca de cuidado y atención es la marca sencilla y profunda de la verdadera amistad, probada en tiempos buenos y en tiempos no tan buenos.

En el mes de febrero se acostumbra celebrar el día del amor y la amistad; especialmente el día catorce, que en Estados Unidos ocupa el calendario de decoraciones y compras para declararse enamorados. En México se incluye también la celebración de todas las relaciones amistosas. Es una celebración de la amistad; no sólo de los enamorados.  

Podríamos a veces pensar que esa fecha es un mero pretexto en una cultura influenciada por el consumismo. Yo quisiera invitarte a que hagamos un alto y utilicemos este mes para reflexionar en la importancia que tienen las relaciones interpersonales significativas en nuestra vida y la manera en que influyen en nuestro bienestar. 

Piensa en alguna ocasión en la que hayas estado en situaciones en las que las personas a tu alrededor no se relacionan en forma sana. ¿Ha afectado esto en cómo te has sentido? ¿Ha influído en tu bienestar o incluso en tu salud? Ahora trae a tu memoria aquellos entornos que se han caracterizado porque las personas que están cerca de ti se relacionan entre ellas y contigo de manera positiva y sana. ¿Qué efecto ha tenido eso en ti?

La forma en que nos relacionamos con las demás personas es un asunto de suma importancia para tener vida plena. De hecho, existen escalas que miden la Calidad de Vida, y una de las dimensiones que se toman en cuenta para determinar el índice de bienestar de una persona es el renglón de sus relaciones interpersonales. Así que hay que ponerle mucha atención a la esfera de nuestras relaciones interpersonales. ¿Hay alguna llamada amistosa que debes hacer?

En tiempos de pandemia y confinamiento, puede ser que sintamos que nuestras amistades se han alejado. Tal vez incluso pensamos que las hemos perdido, tal y como mi alumna se sintió durante aquel primer mes de confinamiento. El apóstol Pablo también tuvo períodos de confinamiento cuando estuvo encarcelado. En esos momentos, por medio de la oración, sabía que sus queridos amigos y hermanos estaban presentes, y se sentía reconfortado al pensar en esas relaciones positivas y sanas: Cada vez que los recuerdo, doy gracias a mi Dios, y cuando ruego por ustedes, lo hago siempre lleno de alegría (Filipenses 1:3-4). Nosotros también tenemos el recurso de la oración, pero hoy en día también existen muchas otras formas de comunicarnos en estos tiempos difíciles. 

Mi oración es que la manera en que nos relacionemos, en cualquiera de nuestros contextos, sea una que genere comunidad en dondequiera que estemos. En la  casa, en la escuela, en el trabajo, en la iglesia, en línea o de manera presencial –formemos comunidades de paz y de bien.

En este mes del amor y la amistad, Agradezcamos profundamente a todas las personas que nos rodean, que han buscado la forma de darnos paz y han llegado a “desvivirse” por nuestro bien.  

Eva Martínez es Licenciada en psicología con maestría en salud mental de personas con discapacidad intelectual y del desarrollo, Coordinadora del programa de familias fortalecidas e incluyentes de Effeta ABP, institución que busca impulsar la inclusión y el ejercicio de los derechos de las personas con discapacidad intelectual y sus familias. Es parte del equipo coordinador del capítulo 2  de CLLI. Sirve junto a su esposo Joel Sierra, en el pastorado de la Comunidad Bautista Jiréh de Monterrey. Mamá de 4 hijos, Andrés, Luz Daniela, Samuel y Miguel.

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