Por Ruth Mendoza

Traductora: Alicia Zorzoli

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Temor. Dudas. Incertidumbre. Con los horribles eventos que ocurrieron recientemente y la escasez de educadores en todo el país, el volver a la escuela se torna atemorizante este año.

Llevo veinte años enseñando, y cada año trae sus propios desafíos. Varias veces ha llegado a mi mente la idea de dejar totalmente la enseñanza. Hasta tengo una lista de razones por las cuales debería dejarla: el estrés, la gran cantidad de trabajo que traigo a casa, la falta de disciplina de algunos padres, madres y administradores, el tener que caminar sobre cáscaras de huevo cuando expreso mi opinión, la falta de seguridad física… y la lista puede continuar. Hubo momentos cuando me sentí como caminado en un desierto; cuando me abandonaron y tuve que arreglármelas sola; y hubo unos pocos momentos cuando sentí el apoyo de colegas y amigos.

Sin embargo, al recorrer los pasillos vacíos cuando va a comenzar un nuevo año escolar, no puedo dejar de pensar en los nuevos estudiantes y el privilegio que tendré de enseñarles.

Un nuevo año escolar significa una nueva oportunidad de hacer brillar la luz de Cristo en el rostro de una nueva generación. Eso no puede ocurrir si permito que las experiencias del pasado se establezcan en mi corazón y en mi mente. Al pensar en un nuevo año escolar vienen a mi mente los versículos de Isaías 43: 18, 19: “No se acuerden de las cosas pasadas ni consideren las cosas antiguas. He aquí que yo hago una cosa nueva; pronto surgirá. ¿No la conocerán? Otra vez les haré un camino en el desierto, y ríos en el sequedal” (RVA-2015). Dios nunca deja de obrar y tener un propósito más alto para nuestra vida. Los resabios del ayer siguen frescos en nuestra mente. No pretendo minimizar el dolor de las víctimas o el sufrimiento de maestros cuya salud mental ha quedado afectada por las exigencias del sistema educativo.

Sin embargo, sí quiero animar a mis maestros cristianos colegas a confiar en el plan soberano de Dios al empezar esta nueva etapa en nuestra carrera educativa. Es muy fácil perderse en la oscuridad de todo lo que está sucediendo y perder de vista la razón por la que elegimos esta carrera: ver florecer a nuevas generaciones. Permitamos que lo que nos está preocupando nos impulse a que en este nuevo año escolar brillemos con más fuerza que nunca.

Si eres creyente comprendes este concepto clave que Spurgeon presenta en Light. Fire.

Faith. Life (Luz. Fuego. Fe. Vida): “Los hijos de la luz prefieren el gozo del Señor porque encuentran que allí está su fortaleza”. No debemos permitir que la oscuridad, ni el príncipe de las tinieblas opaquen la luz que Dios instaló en nosotros a través de Cristo. Como educadores, nuestras luces pueden opacarse fácilmente cuando permitimos que la negatividad entre en nuestra vida, cundo dejamos que el estrés controle nuestras decisiones, cuando descuidamos no solo nuestras necesidades sino también las de nuestros alumnos. Todo puede volverse oscuro para nosotros cuando no mantenemos una relación saludable con Dios y con las demás personas. En la pág. 57 de su libro Be Light (Sé luz), el pastor Samuel Rodríguez comenta la cita del sermón de Spurgeon que mencioné arriba: 

Spurgeon… afirmó que la luz de Dios se refleja en nosotros cuando permitimos que la luz del conocimiento, el poder de Dios, y la belleza refulgente de la verdad brillen a través de nosotros.  Él sabía que la oscuridad siempre amenaza con meterse en nuestra vida; pero nos recuerda que quienes creen las doctrinas de la gracia y tienen el apoyo de la verdad de Dios sabrán qué son y dónde están. 

En Mateo 5: 14-16 Jesús nos hace saber claramente que somos la luz del mundo y que esa luz no puede esconderse. Debemos permitir que nuestra luz brille para que otras personas vean nuestras buenas obras y glorifiquen a nuestro Padre celestial. Quiero animarte a que consideres las palabras de Spurgeon: “Adquieran mucha luz, hermanos, y cuando la hayan obtenido, regálenla”.

Compañeros educadores: ¡Nuestros alumnos nos necesitan! Ellos necesitan luz en medio de las tinieblas con las que el mundo les seduce. Les insto a mantenerse firmes como un faro y a reflejar esos rayos de la luz de Cristo en sus alumnos. Hagan eso al impartir la gracia de Dios personificando el fruto del Espíritu que es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y dominio propio (Gálatas 5: 22, 23).

Para quienes no son educadores: les ruego que oren fervientemente al comenzar este nuevo año escolar:

  • Por los maestros en su comunidad. Pidan sabiduría al tomar decisiones, paz y unidad para sus familias, y fortaleza ante cualquier lucha que estén enfrentando. Oren por los alumnos y sus familias a quienes van a servir este año. Oren pidiendo protección al manejar a la escuela y al regresar al hogar. Oren por su crecimiento espiritual.
  • Por el sistema de apoyo en la escuela. Esto incluye paraprofesionales, administradores, personal, cuidadores y padres y madres.
  • Oren pidiendo que las iglesias se ofrezcan para ayudar y llevar un programa de alcance a las escuelas en su comunidad.
  • Oren pidiendo la salvación para quienes todavía no aceptan el amor redentor de Cristo.

Al comenzar este nuevo año escolar, recibamos con gozo la oportunidad de hacer brillar la luz de Cristo ya sea sirviendo como maestros fieles u orando fervientemente por quienes están regresando este año a la escuela.

Ruth Mendoza, BSIS, M. Ed, ha sido educadora por 20 años, también se desempeña como contratista de Ministerios Hispanos para la UFM de TX (WMU of Texas). Al haber nacido en una familia pastoral, continúa sirviendo fielmente en el ministerio en el este de Texas. Ruth también fue estudiante de CLLI.

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