Por Ruth Mendoza

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¿Se te permite usar jeans los viernes? Yo anhelo que lleguen los viernes, no solo porque indican que llegó el fin de semana, sino porque puedo usar jeans en el trabajo. Para mí esto es algo delicioso porque el Señor sabe que yo no soy de esas personas organizadas que preparan su ropa el domingo por la noche; soy la que visualizo ansiosamente la vestimenta del día mientras me cepillo los dientes. Sería mucho más fácil ponerme una camiseta y jeans todos los días. Inevitablemente, se debe de seguir el código de vestimenta, no importa cuán incómodo sea, porque la manera como nos vestimos puede impresionar positivamente a estudiantes, clientes y colegas.

En su artículo Research Show that the Clothes You Wear Actually Change the Way You Perform (La investigación muestra que la ropa que vistes realmente cambia la manera como actúas), la revista Inc.com, que promueve las empresas privadas, explica cómo la ropa impacta el mensaje que enviamos a otras personas acerca de nosotros mismos y de la compañía que representamos. Aconsejan que cuando nos estamos vistiendo deberíamos considerar el mensaje que queremos comunicar. No solo impacta nuestra presentación, sino que también impacta nuestra manera de pensar y nuestra productividad. En conclusión, cuando nos vestimos para impresionar es mucho más probable que tengamos éxito.

Sé que probablemente estés pensando que la afirmación anterior es un poco mundana para un creyente en Cristo. Y tienes razón en que podemos fácilmente caer en la trampa de la vanidad, de la competencia estilista y cosas semejantes. Pero el pensar en cuanto a los códigos de vestimenta me llevó a preguntarme: ¿Estoy vestida en una forma que comunica quién soy en Cristo? ¿Hace una impresión mi semejanza a Cristo en el corazón de otras personas?

En Colosenses 3 el apóstol Pablo nos recuerda que nuestra libertad en Cristo tiene el propósito de glorificar a Dios. Dado que hemos resucitado en Cristo a una vida nueva y ahora estamos seguros en Él, tenemos que abandonar nuestro antiguo yo y representarlo como lo que somos: su pueblo escogido. En otras palabras, si alguna vez nos vestimos con ira, groserías, malas intenciones, conversaciones difamatorias y lenguaje obsceno, y eso todavía persiste en nuestro corazón, necesitamos cambiar de guardarropa. Nuestra vestimenta debe exaltar a nuestro Dios todopoderoso, el Rey de reyes, quien es digno de TODA alabanza.

Por lo tanto, esta nueva vestimenta que nos tenemos que poner debe causar una impresión en el corazón de las demás personas. Ese mismo capítulo en la Biblia describe una lista de vestimentas que todo creyente en Cristo debe llevar: tierna compasión, bondad, humildad, gentileza, paciencia, perdón y amor (ver Colosenses 3:12-14). Si nos vestimos así constantemente hay mucha probabilidad de producir en otras personas el deseo de crecer y revestirse de Cristo también.

Estar vestidos en tierna compasión es mostrar compasión por las demás personas. Esto significa ser sensibles hacia y dolernos por sus necesidades físicas y espirituales. Nuestro lugar de trabajo es un ambiente riguroso donde la compasión no abunda. Sin embargo, el líder cristiano debe vestirse de compasión como hizo Cristo en Mateo 9:35-38 donde leemos: Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor y les pidió a sus discípulos que oraran pidiendo más obreros para la cosecha. Más adelante, en Mateo 14:14, cuando Jesús vio una gran multitud, tuvo compasión de ella y sanó a la gente enferma. La compasión nos lleva a actuar a favor de quienes sufren y tienen mucha necesidad.

La bondad brota de un corazón compasivo y es clave para describir el carácter de Dios. Lucas 6:35 nos recuerda que Dios es bondadoso para con los ingratos y malos. Puede ser que encontremos maldad donde estemos pero tenemos que recordar que la bondad es amar a nuestros enemigos, y la mejor manera de hacerlo es orando y haciéndoles el bien (Romanos 12:21).

Cuando estamos en una posición de liderazgo es muy fácil ceder al orgullo y poner nuestras necesidades y nuestros deseos antes que los de las otras personas. Los líderes cristianos tienen que vestirse de humildad para vencer este deseo. Ser humilde es valorar a otras personas por encima de nosotros mismos (Filipenses 4:3-4). Servir a otras personas en nuestro liderazgo también significa humillarnos delante del Señor.

Cristo es la descripción perfecta de gentileza. Cuando pensamos en esto de vestirnos con gentileza no podemos evitar el hecho de que Él, silenciosamente, como una oveja yendo al matadero, soportó el sufrimiento y el dolor, asumiendo el castigo que nosotros merecíamos (Isaías 53:4). Pero fue ese sufrimiento lo que nos trajo paz y sanidad. La gentileza es ayudar a otras personas, trabajar para su beneficio aún si hemos sido agraviados.

¿Encuentras que en tu lugar de trabajo es muy fácil caer en conversaciones que se entrometen en la vida de las demás personas? Somos seres humanos defectuosos con hábitos y conductas que no siempre coinciden con el juicio correcto de cada individuo. Por eso el apóstol Pablo nos dice que nos vistamos de paciencia. Paciencia es tolerar a la persona y su naturaleza defectuosa, y cubrir todo esto con gracia. 

Otra vestimenta que se usa muy poco en este mundo es el perdón. Muchas personas lo consideran pasado de moda en este mundo de competencia feroz. Sin embargo, nosotros quienes estamos en Cristo debemos perdonar todo en todas las personas; se nos manda perdonar, así como Cristo nos perdonó a nosotros (ver Colosenses 3:13). Es verdad que el daño ocasionado puede ser tan severo que sea muy difícil perdonar. Sin embargo, debemos recordar que tenemos un Dios que se deleita en mostrar misericordia y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados (Miqueas 7:18-19). Él no nos va a echar en cara nuestras transgresiones. Él las perdona, de modo que nosotros también podamos perdonar.

Por último, si vamos a estar vestidos de Cristo no podemos dejar al amor en una gaveta o en el armario. El amor amalgama todas las virtudes mencionadas anteriormente en una unidad perfecta (Colosenses 3:14). El amar a otras personas es la señal más grande de nuestra salvación.  Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros (1 Juan 4:12). No importa la elegancia con que nos vistamos, eso no significa nada si no tenemos amor (1 Corintios 13:1-3).

Tenemos que vestirnos teniendo en mente a Cristo. Estas virtudes son más que una lista para chequear lo que el creyente tiene que hacer para vivir correctamente. Son virtudes que pueden impactar grandemente el reino si las vestimos diariamente. No podemos colgarlas en el perchero. No podemos dejarlas de lado mientras actualizamos nuestro estatus o nuestros comentarios en las redes sociales. Nuestra identidad en Cristo es una herencia de realeza que nos permite derramar el amor de Dios hacia otras personas. ¿Qué impresión de Cristo recibe la gente cuando interactúa contigo?

Ruth Mendoza, BSIS, M. Ed, ha sido educadora por 20 años, también se desempeña como contratista de Ministerios Hispanos para la UFM de TX (WMU of Texas). Al haber nacido en una familia pastoral, continúa sirviendo fielmente en el ministerio en el este de Texas. Ruth también fue estudiante de CLLI.

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